lunes, 19 de abril de 2010

Una vez en la vida.

La encontré en el metro, estaba sentada enfrente de mí, no podía apartar la mirada de sus enormes tetas, se daba cuenta que no le quitaba ojo, pero no podía evitarlo. Observarla era maravilloso. El traqueteo del vagón me estaba revolviendo las pelotas cuando llegamos a mi bajada, pero decidí quedarme, estaba hipnotizado por aquella mujer. Supuse que la estaba molestando, pero no me importó.
Un par de paradas mas adelante ella bajó, y yo la seguí, la perspectiva que me ofreció desde atrás no tenía desperdicio, tenía unas largas piernas, tenía estilo para andar, tenía clase, y con qué forma contoneaba el culo, era una diosa. Salió a la calle, anduvo entre la gente, abriéndose hueco, y yo detrás, observando su culo. Me metí una mano en el bolsillo del pantalón y me rasqué la polla. Paró en un semaforo y pensé en tocarle el culo cuando de pronto se giró, y ahí me encontró, con la mirada en su culo y hurgándome las pelotas, no sé que pensaría al verme así, pero no me importó.

Entró a un bar y yo detrás, hipnotizado. Tomó asiento en la barra y yo a varios metros de ella. Sacó del bolso un paquete de tabaco y se llevó un cigarro a la boca, me fijé en su boca, en sus labios, eran muy carnosos, imaginé como me acariciaba el pene con ellos. El camarero le sirivó una cerveza y yo me pedí otra. Se la acabó prácticamente de un trago y se largó sin pagar, eso me pilló por sorprensa, actué rápido, pagué lo suyo y lo mío y salí corriendo para no perderle la pista, me sacaba un par de calles de distancia, pero en unos minutos volví a estar pegado a su culo. Anduvo durante un buen rato, a veces se giraba para comprobar si continuaba tras ella, imaginé que la estaba asustando, pero tampoco me importó.

Ya no sabía muy bien dónde me encontraba, no conocía aquel barrio, pero ya buscaría el modo de volver a casa. Al cabo de un rato metió la mano en el bolso y sacó unas llaves, me puse nervioso pensando que tendría que dejarla marchar y olvidarme de ella. Todo llegaba a su fin. Mientras pensaba esto vi como metía la llave en la cerradura de un portal y penetraba en él, corrí hacia la puerta, llegué a tiempo justo antes de que se cerrara y entré, no me lo pensé dos veces, estaba verdaderamente obsesionado con aquella mujer.
La vi esperando el ascensor, me dediqué a observar sus enormes tetas, ella me miraba muy fijamente, pero no dijo nada.

El ascensor llegó y se metió dentro, y yo detrás. Estábamos muy cerca, frente a frente, podía sentir su olor, un olor intenso a sudor y sexo. No me apartaba la mirada, de pronto abrió la boca por primera vez: -Fóllame. Yo me bajé la bragueta, pero no me saqué nada, ella respiraba muy profundamente. El ascensor paró y entro a su piso, y yo detrás.

La seguí por el pasillo hasta el salón, se quedó mirándome sin decir palabra. Yo seguía con la bragueta bajada, le pedí que me sacara la polla con la boca, ella se acercó, se arrodilló y hundió la cara en mi bragueta, al cabo de un momento sentí su lengua húmeda hurgando en mi entrepierna. Sentí sus labios carnosos, eran suaves, eran tiernos. Al cabo de un momento consiguió sacármela, la tenía muy dura, me dijo que le gustaba el olor de mi polla, le dije que se fumara un cigarrillo mientras me hacía una mamada, vi como se acercaba despacio al bolso y sacaba el tabaco, también sacó un espejito y una barra de labios, ví como se los pintó de rojo, un rojo intenso, encendió el cigarro y dejó el carmín en el filtro, comenzó a lamermela, iba intercalando caladas con succiones, era genial, de vez en cuando me tiraba el humo a la polla y eso me ponia cada vez mas cachondo, me la dejó llena de carmín, era estupendo.

Le pedí que se desnudase, luego me senté en el sofá con la polla fuera de la bragueta, la coloqué de pie delante de mi y comencé a acariciar sus piernas, subiendo por los muslos hasta llegar a su coño, estaba caliente, besé su bello púbico y abrió un poco las piernas, aproveché aquello para meterle un par de dedos, estaba húmeda y entraron sin problemas, comenzó a gemir suavemente, eso me exitó y me puse a batir su coño con la mano que tenía dentro, al cabo de un momento estaba chorreando, se puso a gritar como una loca, yo tenía la mano pringada pero seguí batiéndola, de pronto me apartó la mano, respiraba entrecortadamente, estaba sudando y la noté muy excitada, yo estaba a punto de reventar, continuaba sentado y le pedí que se arrodillase ante mi, le agarré la cabeza y le metí la polla en la boca, se la metí muy hondo, sentía su lengua caliente lamiendo y jugando con mi rabo, dí un par de embestidas así y la saqué de ahí.

Le pedí que colocase las manos en el suelo, me lenvaté y la agarré de las piernas en plan carretilla, se la metí así, le estuve dando en aquella posición durante un rato, luego paré y la senté encima de mi polla, ella empezó a trabajar, vi el paquete de tabaco a mi lado, lo agarré, saqué un cigarrillo mientras ella le daba duro, fumé con calma, disfrutando de aquello, de pronto empezó a insultarme, yo le tiré el humo a la cara y no dije nada. Probé a golpearle el trasero con una mano, pareció gustarle.

La aparté de encima, le di la vuelta contra el sofá y la bombeé con fuerza mientras ella chillaba como si la estuviera violando, acabé corriendome dentro. Ambos acabamos exahustos, sin apenas poder respirar, ella se vistió, yo me subí la bragueta, después me pidió que me marchase, que sus hijos estaban a punto de volver del instituto, le pregunté si volvería a verla, me dijo que no lo sabía, que tenía que irme rápido, salí de su casa, salí a la calle y eché a andar sin saber dónde me encontraba, entré a una parada de metro para buscar dónde tenía que dirigirme, todo esto mientras me olisqueaba una y otra vez la mano que me había dejado pringada, subí al metro y pensé que algo así solo ocurre una vez en la vida.

5 comentarios:

Castorin dijo...

Buen relato, Jesse. Te leo.

Un cordial saludo.

Miguel Baquero dijo...

No me extraña que recomienden utilizar el transporte público

Elena dijo...

A esto le llamo yo aprovechar las oportunidades que te ofrece la vida. Soy de transporte público y nunca me ha pasado aunque no pierdo la esperanza de que un tío bueno me siga, jeje.

Jesse Custer dijo...

Un tío bueno o quizás no tan bueno... cuidado con eso!

Anónimo dijo...

quizás demasiado nada bueno...podría incluso ser hasta yo ya que el relato de Jesse me ha dado la idea...