viernes, 9 de abril de 2010

O'Rourke y las mujeres.

Después de la jornada de trabajo, decidí dejarme caer por un tugurio en alguna calle de la Quinta Avenida, acompañado por O'Rourke. Teníamos la intención de tomar una copa antes de volver a casa, pero solo teníamos la intención, y después de la primera copa llegó la segunda. Solo estaba con O'Rourke para que pagara las copas, ya que yo no tenía ni un solo centavo, por eso solo aguantaba su charla.

-No me gustaría volver a casa con las manos vacías-. Dijo o'Rourke mientras observaba el local en busca de alguna mujer que fuera de su agrado. Claro que para O'Rourke no importaba la clase de mujer que fuera, todas eran de su agrado y ese era el problema, el gran problema.

Pasó una jovencita poco atractiva, en la cual O'Rourke fijó la mirada cuando pasó por nuestro lado. -Eh, guapa, ¿te gustaría una copa?-. La tipa nos observó apenas un segundo antes de responder. -Vale, pero ¿puede venir mi amiga?-. -¡Claro!, dijo o'Rourke. Yo ya estaba preguntándome por qué O'Rourke hacía ese tipo de cosas siempre que salíamos a tomar una copa, ya que desde el momento en que dirigía la palabra a una mujer, ya estaba tramando como deshacerse de ella. La tipa poco agraciada tomó asiento con nosotros junto a su amiga y pidieron una copa cada una mientras hablaban animadamente entre ellas, como si nosotros no estuvieramos ahí.

O'Rourke se acercó para susurrarme al oído: -Eh, Custer, tenemos que deshacernos de estas pendejas, no puedo creerme que tenga que pagarles las copas-. -Muy bien, O'Rourke, dije, -¿y qué vamos a hacer?-. O'Rourke se quedó pensando unos segundos, luego se acabó su copa de un trago y pidió otra ronda para todos. -Mira, Custer, está claro que éstas pendejas lo único que quieren es beber a nuestra costa, solo buscan hombres que las inviten a un trago, así que esto es lo que vas a hacer, vas a levantarte con la excusa de tener que ir a comprar algún medicamento urgentemente, y te quedas en alguna esquina, y me esperas ahí, y dentro de unos minutos, al ver que no vuelves, saldré con la excusa de ir a buscarte, pero no te vayas corriendo y no me dejes tirado, hijo de puta, que la última vez me dejaste solo-. -Muy bien O'Rourke, me parece buen plan-. Yo solo quería salír de ahí cuanto antes, coger el metro, volver a casa y terminar de pillar una cogorza.

Me levanté, salí de aquel tugurio y eché a correr como alma que lleva el diablo, corrí y corrí y cuanto mas corría mas absurdo me parecía todo, y cuando mas absurdo, mas divertido, comencé a reir y cada vez mas, corría y reía pensando en O'Rourke. Pobre muchacho, otra vez lo había vuelto a dejar tirado con aquellas dos tipas, lo había vuelto a dejar solo y con una cuenta que pagar, cuando saliese en mi búsqueda no me encontraría, me buscaría por los alrededores, daría la vuelta a la manzana, pero no daría conmigo, al día siguiente estaría furioso, pero nunca me importó lo que pensara de mi, ni lo que tuviera que decir, solo quería que sacara los centavos de su bolsillo y pagara las copas que me tomaba a su costa. Seguí corriendo, y seguí riéndo, todo era tan absurdo y a la vez tan divertido. Tomé el metro. Por fin llegué a casa.

No hay comentarios: