domingo, 14 de noviembre de 2010

Mi bohéme.

La áspera voz de Billie Holiday suena de fondo. Ella se encuentra recostada en el sillón sin apenas ropa y yo sentado frente a ella intentando dibujarla. Le relleno la copa de vino y le enciendo un cigarrillo, tiene la mirada perdida, quizás se esté aburriendo conmigo, quizás esté cansada de posar para mi durante tanto tiempo.

Tiro el lienzo al suelo y coloco otro, y ya van tres. Estoy pasando una mala racha y no hay modo de conseguir nada que merezca la pena, es desesperante. El ventilador del techo traquetea sin descanso y el aire corre entre mi camisa abierta, tiro la colilla al suelo y me sirvo una nueva copa, siento que me está observando y que percibe mi frustración, termino la copa de un trago y me sirvo otra. Se levanta del sillón, me gusta verla desnuda aunque no logre plasmarla en mis dibujos, se acerca a mi y se coloca detrás acariciándome los hombros, me pasa una mano entre el pelo y juega con mis cabellos, sabe que me encanta eso, voy a decir algo pero me pone un dedo entre los labios buscando mi silencio, acerca los suyos a mi oído y me susurra algo en francés que no logro entender especialmente bien, la miro y sonrío, ella me devuelve la sonrisa, vuelve a su sitio sin quitarme ojo, muy divertida, me recompongo y vuelvo a intentar dibujarla.

Mientras me enfrento al nuevo lienzo en blanco recuerdo como la conocí, hace apenas unos días nos presentaron en una fiesta, mi colega McGregor había insistido en que lo acompañase y acepté a regañadientes con la excusa de que me pagaría todas las cervezas de la noche, así que me pareció un buen trato. Recuerdo cuando nos presentaron y nos dejaron a solas, cuando comenzamos a hablar descubrimos que no compartíamos el mismo idioma pero no nos importó. Ella sonreía cuando yo hablaba, y yo hacía lo propio cuando hablaba ella en su perfecto francés. A través de los gestos logré hacerla entender que me dedicaba a la pintura y la poesía, aquello pareció despertar su interés cuando me llamó bohémien. Según entendí ella se dedicaba a la fotografía, mas tarde comprendí que aquella fiesta era la inauguración de la exposición de su nueva obra, fue entonces cuando presté cierto interés a las imágenes que colgaban de las paredes, eran todas en blanco y negro y muy melancólicas, solo fotografiaba mujeres y en su mayoría desnudas, una de las fotos era una chica joven tirada en la cama con varias latas de cerveza aplastadas a su alrededor, en otra se veía una mujer sentada con el pecho desnudo mirando fijamente a la cámara, en otra fotografía una mujer estaba apoyada en el marco de una puerta y la cara hundida entre las manos. Realmente me gustó su obra, con ese aire de derrota y esa estética decadente.

No sé como conseguimos entendernos para que ahora ella se encontrase desnuda delante de mi mientras intentaba dibujarla. Dibujé los primeros trazos sobre el lienzo, la miré y me lanzó un beso con la mano, lo cogí y me golpeé el pecho, después de aquello mi mano cobró vida propia y el cuadro comenzó a tomar verdadera forma, de un modo que hasta entonces no me había imaginado capaz, me sentí pletórico, me sentí feliz, no podía dejar de pintar aunque quisiera, pensé por un momento que la sensación podría deberse al exceso de alcohol, así que cogí la botella de vino que estaba a la mitad y la estampé contra el suelo con furia y rabia, luego continué dibujando con aquella sensación de éxtasis que ahora sin lugar a dudas, me inspiraba la delicada francesa. Mi francesa. Mi bohéme.

5 comentarios:

Mari Carmen Marín dijo...

He llegado hasta aquí a través de otro artista y ha sido fascinante perderme en tu lienzo, todo un placer. Saludos.

Jesse Custer dijo...

Gracias Mari Carmen, aunque el placer de que navegues entre los lienzos de este relato es completamente mío.

M.G. dijo...

Extraordinario, sublime. Me encanta.

El Mundo De Sexo Y Seducción 16 dijo...

...Un verdadero derroche de sensualidad, good work...

Jesse Custer dijo...

Gracias, explícito mundo de sexo y seducción...