jueves, 23 de agosto de 2012

Como muerta muere el alma.


La carne pesa como muerta, bloques de hormigón caen encima de tu cuerpo, te aplastan y no te dejan respirar, la sensación se hace insoportable, un edificio cae encima y uno más, te aplasta, te aplasta, no te dejan respirar, no te dejan respirar, no puedes respirar, el alma sale despedida y sientes un ligero alivio, pero la sensación de vació es asfixiante, no da tregua, la sensación de vacío te mata, y te mata, y te mata, el alma sale despedida y observa el cuerpo derrotado, lo observa, y lo observa, y lo observa, piensa en escapar, piensa en volar, en caminar, en respirar, por un segundo piensa en vivir, pero sabe que no puede dejar su cuerpo, su maltrecha carne aplastada de aquel modo, y piensa en volver, en volver, en volver, pero no vuelve, no lo hace, no lo hace, observa como su cuerpo, su antigua carne cae al vacío, al abismo insostenible, cae, y cae, y cae, no tiene final, es una caída descontrolada, muy rápida y también muy lenta, el cuerpo gira sobre si mismo, da vuelvas, y vueltas, y vueltas, los movimientos llegan a ser grotescos, obscenos, sucios, degradantes, y el alma se avergüenza, el alma se avergüenza de su cuerpo, se avergüenza de su carne, se avergüenza de sus pensamientos, de sus miedos y esperanzas, de sus ideas y locuras, de sus decisiones e indecisiones, de sus correcciones y equivocaciones, de sus sueños y despertares, de sus días y sus noches, de sus tardes de junio y julio, de sus otoños e inviernos, de sus idas y venidas, de sus salidas y sus entradas, de sus polvos y caricias, de sus palabras, de sus tactos, de sus sabores, sus perfumes, sus sudores, sus cagadas, sus humillaciones, sus falsedades y sus verdades, sus decoraciones, sus excentritudes, sus palabras, sus pensamientos, sus escritos, sus sueños olvidados y rotos, sus esperanzas muertas, como muerta muere el alma, lenta, lenta, lentamente.

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