jueves, 9 de diciembre de 2010

Toilets.


Los servicios del bar estaban encharcados de orina, me entretenía intentando apuntar dentro de la taza, era algo que me divertía cuando agarraba una curda. Mientras me sostenía la picha y me tambaleaba un poco perdí el equilibrio y caí al suelo, mi muslo izquierdo quedó empapado de orina, me levanté apoyándome en la taza y me palpé el muslo para comprobar la gravedad del asunto; luego me olisqueé la mano, no sé muy bien por qué hice aquello, me entraron arcadas y un chorro de vómito atravesó mi garganta cayendo a la taza del váter y al suelo.
Me miré al espejo, me froté el muslo mojado con un poco de papel, no sirvió de mucho, me lavé las manos y me mojé la cara, la vomitona había salpicado en el pecho de la camisa, lo limpié lo mejor que pude. De pronto entró ella a los servicios: -Tardas mucho, pensé que te ocurría algo. -Dijo preocupada. -Nada nena, nada, todo va bien. -Dije espolsándome la ropa. Observó detenidamente mi aspecto desaliñado, mi barba de tres días sin afeitar, mi pelo alborotado en el que alguna cana asomaba impertinentemente, mi camisa una talla mayor, los pantalones sucios y con la bragueta bajada; no me di cuenta que la había dejado abierta y con la polla fuera. Mi pene se percató de su presencia, así que se puso tieso y la miró desafiante. Ella le devolvió la mirada, se acercó y la golpeo con la palma de la mano, lo dejó tambaleando unos instantes hasta que recobró la compostura, de pronto la volvió la golpear, esta vez con mas fuerza, dejándomela palpitante y las venas hinchadas. Ella, impresionada ante la reacción y la fuerza del miembro se pasó la lengua por la palma de la mano, se escupió y la agarró con fuerza, como si pretendiera ahogarla, comenzó a frotar, poco a poco, sabía bien lo que hacía, cada vez con mas furia. De vez en cuando dejaba caer un chorrito de saliva entre sus labios para continuar frotando.Yo observaba tranquilamente la escena, sin tener muy claro qué hacer o decir, pues no me atrevía a entrometerme entre ellas, entre el esplendor de la batalla.
Al cabo de un rato se cansó de frotar, dejándome el pene inflamado, me mojé las manos en el lavabo y me lo salpiqué con agua fría para calmarlo un poco, pues me lo había dejado hirviendo. Ella se subió la falda para enseñarme las bragas, eran amarillas y una mancha de humedad brotaba de su entre pierna. Mi pene se sintió orgulloso, y yo de él. Me acerqué y le restregué la polla por las bragas empapadas, era divertido.
Salimos a la calle, la noche inundaba la ciudad, nos comportamos como quinceañeros metiéndonos mano entre los portales, la humedad de sus labios me embriagaba, me tenía atrapado y podía hacer conmigo lo que quisiera. La muy golfa. Me contó que su marido no la trataba así, que la quería tanto que la tocaba con miedo, la consideraba algo tan delicado que incluso se la metía con cuidado para no partirla en dos, que jamás la cogía con fuerza ni la tiraba con furia sobre la cama, me contó que ella se limitaba simplemente a dejarse hacer porque no quería dañar sus sentimientos, pero que los años pasaban y tenía una sed que calmar. Le dije que no se preocupase, que ahí estaba yo para eso, que siempre soñé con ser "el otro". Me miró sonriendo, me arrastró a un portal abierto agarrándome el paquete con fuerza.
La acompañé hasta su casa, me dijo que su marido la estaría esperando, le pregunté si la volvería a ver. No dijo nada, simplemente me metió la lengua en la boca y desapareció en la oscuridad del portal de su casa. La muy golfa.

2 comentarios:

elena dijo...

Buen recibimiento me encuentro, y yo que estoy tan sensible, :-).
Veo que volviste y has estado prolífico, me tendré que poner al día. Me alegro de tu vuelta.

Jesse Custer dijo...

Cuatro meses sin escribir nada. Situaciones de la vida, que te lleva por caminos raros e incomprensibles. Gracias por volver a leerme, y si tan sensible estás no te preocupes, pues no todos los relatos son ni serán tan degenerados como este.

Gracias por volver a leerme.

Un Abrazo.