martes, 13 de abril de 2010

Como uno mas.

Un día perdí la cabeza, pero no literalmente ya que la seguía llevando sobre los hombros. Me refiero a la cordura, sí, la perdí completamente. Pero no era consciente de ello, y no lo hubiera sabido de no se por un chico que se acercó y me dijo: -¡Señor!, ¡Ha perdido usted la cordura!-. Yo lo miré con los ojos muy abiertos.

El joven parecía muy nervioso, -¡No tema señor, la encontré ahí tirada!-. Señaló una alcantarilla abierta. Me acerqué a mirar dentro, pero todo estaba muy oscuro, así que me metí, me topé con algo que parecía un trozo de carne cruda, pero debía ser mi cordura, sería a lo que el chico se refería. Cogí el trozo de carne, estaba blando y pringoso, no olía muy bien. Me lo metí en un bolsillo. Miré a mi alrededor y vi varias cosas mas, el chico estaba a mi lado y me miraba con los ojos muy abiertos, estaba muy nervioso y parecía excitado. Me dijo que todas esas cosas que allí había tiradas también eran mías. Yo lo miré con los ojos muy abiertos. Fue señalando uno a uno todos esos desperdicios: -Eso es su conciencia, eso otro su estado de ánimo, y aquello que parece podrido es su sentido común. Me quedé mirando aquellas cosas, me acerqué y fui tomándolas, las guardé como pude en los bolsillos rotos del pantalón, todo quedó apretujado y revuelto. El chico me dijo que si comía todo aquello por fín podría ser una persona normal, que podría ser uno más en la sociedad.

Salí de la alcantatarilla y me quedé plantado mirando la gente pasar, decidí dar una vuelta con aquello apretujado en mi pantalón, observé todo con gran detenimiento, la gente haciendo la compra, paseando a sus perros, parejas caminando sin rumbo cogidos de la mano, las madres recogiendo a sus hijos de la escuela, los ancianos sentados en el parque o contemplando las obras sin mucho más que hacer, los jóvenes mirando el trasero de las muchachas y éstas, pobres ignorantes riéndoles las gracias, todos acomodados en su fácil, sencilla y cómoda vida.

Después de eso volví a casa y eché todo aquello que apestaba mis pantalones por el retrete, luego pensé, ¿una persona normal?, ¿uno más de la sociedad?. Tiré de la cadena. Todo aquello volvió al lugar de donde vino, de donde no debió salir.

8 comentarios:

XikaBuk dijo...

Cuando sea joven..quiero escribir de esta manera..te felicito Jesse. Muy bueno.

Gabriel Ainciart dijo...

Muy bueno. Te dejo algo q escribi hace un tiempo. Decime que te parece. Saludos

Fue un flash negro y cegador lo que esa mañana, aturdido, me despertó.
La difusa claridad que podía encontrar en el sueño
es lo que voy a contar: me encontraba en una pieza , sentado en una silla, entre cuatro paredes ,
no había cuadros ,
no había mesas , ni televisor , ni radio, ni un sillon, sólo yo , vació por dentro, y mi modesta silla,
una escena típica , a menudo me siento así cuando estoy entre personas y hay cuadros,
mesas,televisor, radio,
sillones,la silla y yo este espacio físico de metro y medio. De todos modos, eso de nada importa..
lo extraño y
lo no extraño dada la incoherencia de los sueños es que de un momento a otro aparecieron personas desconocidas
totalmente para mí que me saludaban y me abrazaban,y mientras yo observaba todo, sentía nada,
trate de reconocer entre el genterio alguna cara conocida , algo que me de cuenta por que estaban o estaba allí,
y la ví a ella, oh realmente era hermosa, no podía describir si alguna vez tuve un contacto con ella ,
pero sentía que la conocía enteramente, que era mía y yo suyo,que la amaba , que la amaba con toda mi alma.
Estaba lejos,estaba muy lejos, comencé a acercarme , empujando gente , el camino parecia eterno,infinito,inalcanzable ,
de pronto un humo espeso y negro empezo a apoderarse de los espacios vacios y la gente, chupando cada rastro
de luz , era el sueño , era el sueño que se despedía, no podía creer lo que estaba pasando, era todo tan real,
la gente desapareció , sólo quedamos ella y yo,la abracé como tratando de llevarmela conmigo pero el abismo avanzaba
sin piedad hasta perdernos en el para siempre...luego me desperté, calenté el café y me fume un cigarrillo...

Jesse Custer dijo...

XikaBuk: Ya sabes lo que pienso sobre lo que escribes, y sabes que sé que no lo haces nada mal, también sabes que sé que me encantan tus historias. Gracias por estar aquí.

Gabriel Ainciart: Gracias por pasarte, me alegro que te haya gustado mi texto. Respecto al tuyo, me ha gustado, muchas veces nos sentimos así, solos y vacíos en la multitud, muy bien llevado el momento con el encuentro con la chica donde se funde la realidad con la ficción para luego dejar noqueado al lector al descubrir que nada ha pasado y que los dias siguen sucediéndose uno tras otro, en la monotonía de siempre sin novedad alguna.

Un saludo.

Miguel Baquero dijo...

Me ha gustado mucho la escena. A mí tamnbién, cada cierto, me dan ganas de tirar mi sentido comón o mi cordura, que empiezan a oler un poco común. Pero yo lo que suele hacer es reciclar: tirar lo inútil al contenedor de orgánicos y comenzar de cero cada cierto tiempo.

Jesse Custer dijo...

Mira, lo de reciclar tampoco es mala idea, al fin y al cabo el resultado es el mismo: renovarse.

RoMina dijo...

Me encanto que el sentido común estuviera podrido, tiende a ser una exigencia desgastante, ¿no tienes sentido común? noooo, esta podrido!!!!!!!!!!

Jesse Custer dijo...

está podrido y encima huele mal!

Unknown dijo...

Atrapada en medio del caos, con un whisky, un humillo y tus relatos, estos momentos míos de introspección resultan mucho más efectivos y vibrantes... ahora siento que, a veces, es una gran suerte perder la cabeza... gracias Jesse